El servicio a Dios mediante la consagración y entrega de ofrendas fue una práctica común a todos los pueblos de la antigüedad, incluyendo a los judíos. Con la salvedad de que los paganos, a diferencia de Israel, consideraban que sus dioses necesitaban de este tipo de ofrendas. La historia de Bel y el Dragón, adición apócrifa al libro del profeta Daniel en la Biblia, plantea un enfrentamiento entre Daniel y los sacerdotes de Bel, un dios pagano, en el que sus sacerdotes debían demostrar la condición de dios auténtico que Bel tendría para justificar así la adoración que Daniel se negaba a ofrecerle. Algo que se lograría mediante el consumo que este dios haría en la noche de las ofrendas a él entregadas en el día, reflejando así la creencia pagana de que los dioses necesitan y se alimentan de ellas. Pero Dios no necesita de nada que podamos darle. Por el contrario, Él es el Creador y dueño de todo lo que existe, razón por la cual Él no necesita de nuestro servicio. Somos nosotros quienes necesitamos servirlo para que nuestra vida adquiera sentido y significado. Porque al servirlo le entregamos lo único que Dios nos ha permitido reservarnos: nuestra voluntad. Por eso lo que nuestro servicio busca es reflejar nuestra voluntaria rendición, compromiso y obediencia a Él. De lo contrario no sirve para nada, pues: “… No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros… ¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo! Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás.»” (Salmo 50:7-15)
Nuestra necesidad de servir a Dios
23 abril, 2021
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“El servicio a Dios no obedece a que Él necesite algo de nosotros sino a que somos nosotros mismos quienes necesitamos hacerlo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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