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Los cimientos de la tierra se conmueven

“Cuando todo se desmorona a nuestro alrededor el único asidero firme al que podemos aferrarnos con seguridad es Dios y nada más”

En su libro de sermones titulado “Los cimientos de la tierra se conmueven” con base en un versículo de los salmos, el teólogo Paul Tillich sentenciaba: “Tales palabras…  Hoy debemos tomarlas en serio… ‘Los cimientos de la tierra se conmueven’… ya no es solamente una metáfora poética para nosotros sino una dura realidad”, llevándonos a tener que reconocer que hoy como nunca la humanidad se encuentra en condiciones de labrar su propia destrucción. Las profecías bíblicas que recurren a imágenes de este tipo ya no son lenguaje figurado, pues parecen estarse cumpliendo hoy al pie de la letra. Así, a la par con el Antiguo y Nuevo Testamento en la Biblia, el hombre de hoy está escribiendo un “Moderno Testamento” donde se narra el “génesis” de su propio fin. Nos hallamos en lo que en política se designa como un “estado de conmoción interior” que comienza, justamente, en el caos y confusión interior en el que gran parte de la humanidad se encuentra y afecta a todas las instituciones de la sociedad que se resquebrajan y concluye, finalmente, en los preocupantes, irreparables y autodestructivos daños infligidos por los hombres a su entorno natural. Y ante este panorama en el cual ya no es posible hallar asideros firmes que nos brinden un piso sólido en medio de este derrumbamiento generalizado, Dios es nuestra única alternativa segura. Cristo es, en efecto, la “firme y segura ancla del alma” (Hebreos 6:19) a la cual podemos aferrarnos con renovada esperanza para exclamar junto con el salmista: “Dios es nuestro amparo y… fortaleza… Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra…” (Salmo 46:1-2)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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