Volviendo con los usos y costumbres culturales de cada época y la manera en que pueden imprimir un sesgo a nuestra perspectiva, de modo que perdamos de vista lo que sea justo en un momento dado, una de estas costumbres entre los reyes de la antigüedad hasta las más recientes épocas en las monarquías europeas de la edad media y la edad moderna era que, una vez llegado al trono, el rey de turno procedía a afianzarse y consolidarse en el poder mediante purgas sistemáticas por las cuales ejecutaban a las familias de todos los rivales políticos que pudieran aspirar al trono o pretenderlo esgrimiendo algún tipo de derecho sobre él, en muchos casos incluso si era miembro de la misma familia. En el caso de David la costumbre le permitiría, entonces, y hasta le exigiría ejecutar a los sobrevivientes de la familia de Saúl, pero David, en consideración a su amistad estrecha con Jonatán, el hijo de Saúl caído en batalla con su padre y al pacto suscrito con él, procedió de manera muy diferente: “ꟷ¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios? ꟷvolvió a preguntar el rey. ꟷSí, todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies ꟷle respondió Siba al rey… A partir de ese día Mefiboset se sentó a la mesa de David como uno más de los hijos del rey… Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey” (2 Samuel 9:3, 11, 13), una medida no solo revolucionara para la época, sino también mucho más justa, por encima de las consideraciones culturales que ciegan la conciencia
¿No queda nadie a quien beneficiar?
"Debemos honrar los compromisos y las obligaciones que hemos contraído en conciencia, aunque vayan en contravía con los usos y costumbres de la época”
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