Los creyentes debemos tomar nuestras decisiones en obediencia a los mandamientos expresos de Dios en Su Palabra, la Biblia, y cuando éstos no se apliquen con claridad a las diversas situaciones de nuestras vidas orientándolas con suficiencia; por convicción de conciencia, pues Dios también nos habla por medio de nuestra conciencia. A manera de ilustración, el hombre de Dios que llegó a Betel para anunciar el juicio de Dios sobre el altar y los becerros de oro erigidos por Jeroboán para competir y sustituir por estos ídolos la adoración correcta debida a Dios en el templo de Jerusalén, tenía esta convicción como resultado de la instrucción divina recibida al respecto: “ꟷNo puedo volver contigo ni acompañarte ꟷrespondió el hombre de Diosꟷ; tampoco puedo comer pan ni beber agua contigo en este lugar, pues el Señor me ha dado esta orden: ‘No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el mismo camino’. El anciano respondió: ꟷTambién yo soy profeta, como tú. Y un ángel, obedeciendo la palabra del Señor, me dijo: ‘Llévalo a tu casa para que coma pan y beba agua’. Así lo engañó” (1 Reyes 13:16-18). El profeta estaba poniendo a prueba a este hombre de Dios para ver si se dejaba desviar fácilmente de lo que Dios le había señalado sin confirmárselo de manera directa a él, prueba que el hombre de Dios no superó, pagando con su vida el precio de haberse dejado engañar, por lo que los creyentes no debemos atender instrucciones de terceros presuntamente de parte de Dios si Él mismo no pone también la convicción del caso en nuestras conciencias
No puedo volver contigo ni acompañarte
“Cuando Dios pone una convicción en nuestro corazón no debemos admitir cuestionamientos a ella procedentes de terceros y sin razón alguna de peso”
Deja tu comentario