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Segmentos

No podrán entrar en la asamblea

“Si bien las restricciones para que algunos pueblos fueran parte del pueblo de Dios quedan sin efecto en el evangelio, sin duda no fueron caprichosas”

A partir de la elección de Abraham, Isaac y Jacob por parte de Dios se configura la distinción bíblica entre israelitas, hebreos o judíos indistintamente, por un lado; y los goyim, paganos o gentiles por el otro, constituidos por todo el resto de pueblos y naciones diferentes a ellos a lo largo de la historia que no habían sido temporalmente beneficiarios de la elección y la revelación de Dios, hasta el advenimiento de Cristo y el evangelio en el que esta diferencia queda abolida en la iglesia. Si bien la elección de Dios es soberana y no obedece, por tanto, ni a los méritos de los judíos ni de los creyentes en la iglesia sino a Su amor, Su gracia y Su misericordia, el rechazo de los paganos o gentiles sí estaba más que justificado, si tenemos en cuenta muchas de sus prácticas pecaminosas y contrarias a la ley de Dios que los caracterizaban en su momento y que hasta cierto punto siguen caracterizando a buena parte de los no creyentes en la actualidad. Por ejemplo, los amonitas y moabitas de manera particular, pueblos descendientes de la relación incestuosa de Lot con sus hijas, fueron excluidos del pueblo de Dios por sus prácticas insolidarias y censurables hacia Israel durante su peregrinaje por el desierto: “»No podrán entrar en la asamblea del Señor los amonitas ni los moabitas, ni ninguno de sus descendientes, hasta la décima generación. Porque no te ofrecieron pan y agua cuando cruzaste por su territorio, después de haber salido de Egipto. Además, emplearon a Balán hijo de Beor, originario de Petor en Aram Najarayin, para que te maldijera” (Deuteronomio 23:3-4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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