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No amen al mundo

“El mundo ofrece pobres sustitutos de Dios que plagian de forma barata y fugaz Su obra de satisfacción de nuestros deseos”

El mundo en el sentido estrictamente “mundano” del término estimula los deseos sensuales del cuerpo, la ambición codiciosa de las cosas que vemos y queremos tener y la arrogancia autosuficiente que pretende poner a los demás al servicio de nuestros intereses. Todo esto produce, ciertamente, algún tipo de placer y de gratificación, pero su duración es siempre fugaz y al final nada de lo logrado a la sombra de estos estímulos perdurará ni tendrá consistencia alguna. C. S. Lewis decía, por tanto, que conformarnos con satisfacer nuestros deseos conducidos por estos estímulos del mundo es conformarse con muy poco, pues en Dios todos nuestros anhelos y deseos hallan una incomparablemente mayor satisfacción plena y duradera, sin el lastre de la culpa ni los indeseables efectos colaterales que la satisfacción de los estímulos mundanos traen incorporados al punto que, a la postre, el costo que implica alcanzar la satisfacción momentánea de nuestros anhelos y deseos de una manera tan pobre como la que el mundo ofrece, no compensa de ningún modo lo obtenido en el proceso, por contraste con lo obtenido por quienes, resistiendo los estímulos del mundo, optan más bien por la obediencia a Dios:  “No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo -los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida-  proviene del Padre sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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