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Necesidad y deleite

“El motivo para permanecer con Dios no es sólo satisfacer nuestra necesidad sino experimentar un creciente deleite al hacerlo”

Dios es el único capaz de satisfacer con toda la solvencia del caso los anhelos del alma humana y nuestras más sentidas necesidades existenciales. Pero a diferencia del hambre física que, una vez que se satisface hace que ‒por lo menos durante un tiempo‒ lo que hasta hace unos momentos nos parecía tan apetitoso y deseable, pierda hasta nueva orden todo interés para nosotros al punto de sernos totalmente indiferente e, incluso, indeseable en el caso de que hayamos quedado saciados hasta el límite; Dios es el único que, aun satisfaciendo de sobra nuestras necesidades, nunca las sacia al punto del hastío, como puede suceder y, de hecho, sucede frecuentemente con todas las demás necesidades que experimentamos en este mundo cuando podemos satisfacerlas hasta el tope. Esto es así debido a que Dios, más que satisfacción, brinda deleite. Es decir que, a diferencia de todo lo demás que nos brinda deleite únicamente hasta que hemos satisfecho y saciado la necesidad que nos impulsaba, Dios nos brinda en Sí mismo un deleite que va siempre más allá de la mera satisfacción de las necesidades y nos permite seguirnos deleitando en Él a pesar de estar ya saciados, pues en su inagotable abundancia el deleite no cesa en ningún momento, llevando al salmista a declarar por experiencia propia y, por lo tanto, con pleno conocimiento de causa, que todos los que a Él se allegan: “Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber de tu río de deleites. Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz” (Salmo 36:8-9)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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