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El talento y el ego

“El talento del músico lo lleva a la adoración de su ego, mientras que el talento del cristiano lo lleva a la adoración de Dios”

El ego es el principal enemigo del talento, pues puede llevar al talentoso a concentrarse tanto en su talento que éste termina subiéndosele a la cabeza y conduciéndolo a tener de sí mismo un concepto mayor del que debería, contribuyendo a la adoración del yo a la que los seres humanos caídos somos ya de por sí muy propensos e inclinados de manera natural, olvidando en el proceso que el talento no es algo que nos hayamos ganado u obtenido por nuestros propios méritos o esfuerzos, sino que es un inmerecido don de Dios que deberíamos agradecerle poniéndolo dócilmente al servicio de Su causa y Sus intereses en este mundo. El talento musical, por ejemplo, suele lanzar al estrellato a personas a quienes la fama y el dinero echan a perder, convirtiéndolas en seres caprichosos y pagados de sí mismos que piensan que el mundo gira alrededor de ellos y reclaman continuamente la atención de los demás sobre sí mismos, llegando a protagonizar vergonzosas e infantiles rabietas cuando no obtienen ésta atención, como si todos quienes los rodean se la debieran de manera obligada. Por el contrario, en la Biblia el talento musical, de manera especial y entre otros tantos, debería conducir con naturalidad al creyente a la alabanza y adoración a Dios, agradeciéndole el haber recibido de su mano este don inmerecido y procurando que ese talento retorne a Dios mediante la exaltación de Su nombre con la debida excelencia estética y la sincera y total entrega a Dios del adorador de turno: “Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría” (Salmo 33:3)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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