Murió comido por gusanos

Volviendo una vez más con los casos de ejecuciones sumarias e inmediatas llevadas a cabo por Dios en el Antiguo Testamento por faltas que hoy consideraríamos triviales, entre las que se destaca la aparentemente inocente y bien intencionada acción llevada a cabo por Uza: “Al llegar al campo de Quidón, los bueyes tropezaron, pero Uza extendió su mano y sostuvo el arca. Entonces la ira del Señor se encendió contra Uza por haber tocado el arca y lo hirió de muerte, de modo que Uza murió delante de Dios” (1 Crónicas 13:9-10), como si Uza, al igual que todo levita, no hubiera sido instruido toda su vida sobre la prohibición de tocar el arca; muchos repudian al “dios del Antiguo Testamento” como un dios inferior, tribal, caprichoso, violento y cruel que contrastaría con el verdadero Dios de amor y perdón del Nuevo Testamento revelado en Jesucristo. Esto es lo que se conoce como “marcionismo” o la herejía de Marción, el primer dirigente de la iglesia en repudiar la totalidad del Antiguo Testamento por esta causa. Pero lo cierto es que en el Nuevo Testamento también encontramos severas palabras de juicio en la boca del Señor Jesucristo y dos casos particulares de ejecuciones divinas sumarias e inmediatas: las de Ananías y Safira por mentir, y la del rey Herodes Agripa, de quien leemos: “Al instante, un ángel del Señor lo hirió porque no le había dado la gloria a Dios, y Herodes murió comido por gusanos” (Hechos 12:23), casos que demuestran que el Dios del Antiguo Testamento es el mismo del Nuevo, justo y misericordioso al mismo tiempo