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Milagros y reliquias

“Con el profeta Eliseo hallamos el tercer caso concreto de una resucitación milagrosa en la Biblia, sin que esto justifique el culto a las reliquias”

Teniendo en cuenta que en sentido estricto en la Biblia no se narra más que una resurrección, la de Cristo, pues su regreso milagroso a la vida fue con un cuerpo incorruptible e inmortal para no volver a morir jamás, hay que señalar sin embargo los ocho casos de resucitaciones milagrosas que se recogen también en ella, tres de ellas asociadas a los profetas Elías y Eliseo: la resucitación del hijo de la viuda de Sarepta llevada a cabo por Elías, y el hijo de la Sunamita  y el cadáver que retornó a la vida al tocar los restos del profeta Eliseo en el Antiguo Testamento, continuando en el Nuevo Testamento con la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín, y Lázaro efectuadas por el Señor Jesucristo, Dorcas (también llamada Tabita) realizada por el apóstol Pedro y finalmente la del joven Eutico realizada por el apóstol Pablo. La tercera de ellas, asociada al profeta Eliseo se describe de este modo en la Biblia: “En cierta ocasión, unos israelitas iban a enterrar a un muerto, pero de pronto vieron a esas bandas y echaron el cadáver en la tumba de Eliseo. Cuando el cadáver tocó los huesos de Eliseo, ¡el hombre recobró la vida y se puso de pie!” (2 Reyes 13:21). Esta circunstancia hace de ella algo inusual, pues todas las demás sucedieron en vida del personaje al que se hallan asociadas y con su participación expresa e intencional en el nombre y en representación de Dios, que es, por supuesto, Quien se encuentra detrás de todas ellas. Pero esta circunstancia no dio nunca pie en la Biblia a conservar, como se presume en el catolicismo, los restos de Eliseo como reliquias idolátricas para hacer milagros

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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