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Los únicos afectados

"Nuestros pecados afectan a Dios, no porque Él pueda ser en verdad dañado o favorecido por lo que hacemos, sino por su interés en nuestros semejantes”

Dios no necesita de Su creación ni de nosotros, Sus criaturas, pues ninguno de nosotros puede quitar o añadir nada a Su Ser y a Su gloria compartida desde la eternidad por igual por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en el seno de la Trinidad Divina. Por lo tanto, Dios no nos creó ni por accidente, ni por obligación, ni por necesidad, como si no tuviera opción o necesitara de nosotros, sino por amor, en una decisión libre, generosa y voluntaria para compartir su amor con nosotros y hacernos beneficiarios de él, en la medida en que Él es amor. Por eso, aunque Dios pida de nosotros obediencia, gratitud y reconocimiento de Su grandeza, como razonable y muy sensata contrapartida al hecho de habernos concedido el ser y la vida y la posibilidad de participar de Su amor en comunión con Él y nuestros semejantes; eso no significa que nuestros pecados lo afecten de manera personal, pues: “Hagas el mal o hagas el bien, los únicos afectados por tu justicia serán tus semejantes” (Job 35:8). Dios se duele, entonces, por nuestros pecados, no por Él, sino por las maneras dolorosas y destructivas en que nos afectan a nosotros mismos y a nuestros semejantes, en virtud de Su amor por todos y cada uno de nosotros. Al crearnos por amor, Dios escogió voluntariamente sufrir por y con nosotros, como un padre humano sufre por la suerte de sus hijos, aunque no la esté compartiendo personalmente, decidiendo compartirla, como lo hizo al encarnarse como hombre en la persona de Cristo para morir en favor nuestro y en sustitución nuestra en la cruz del calvario

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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  • Somos los dueños y responsables de nuestras acciones. Seguramente Dios no quiere que suframos, pero a veces ese dolor es una escuela interesante para reaccionar. Seremos nosotros como humanos los que decidamos repetir la dosis. Acá la cuestión es que todo es más llevadero siguiendo la palabra de Dios , estudiándola y vivir con acciones evolutiva. Mis acciones son mi mejor palabra .