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Los gigantes de la antigüedad

“Los gigantes de la antigüedad son un hecho que brindó ocasión a la manifestación del poder y el favor de Dios en beneficio de Su pueblo Israel”

El Antiguo Testamento documenta la existencia de gigantes procedentes fundamentalmente de tres fuentes: los nephilim de Génesis 6:4 que el texto parece indicar que proceden de uniones antinaturales entre ángeles y seres humanos, como es tan común encontrarlo también en los relatos mitológicos antiguos. Los rephaím o refaítas, también designados como emitas o zamzumitas por algunos otros pueblos de la antigüedad, que fueron, junto con los anaquitas, los que intimidaron a los espías hebreos que exploraron la tierra prometida y a quienes perteneció el rey Og de Basán, el último de ellos, derrotado por los israelitas con el favor de Dios en su llegada a la tierra prometida. Y finalmente los anaqin, anaquitas o “los hijos de Anac”, derrotados por Josué, quien confinó a sus sobrevivientes a la franja de Gaza, territorio de los filisteos entre los cuales encontramos posteriormente a los gigantes Goliat, célebre por haber sido derrotado por el adolescente David, y otros pocos como él, con quienes los israelitas se volvieron a encontrar ocasionalmente en sus batallas contra los filisteos, como podemos leerlo en 1 de Crónicas, ente otros: “Hubo una batalla más en Gat. Allí había otro gigante, un hombre altísimo que tenía veinticuatro dedos, seis en cada mano y seis en cada pie. Él también era descendiente de Rafa. Este se puso a desafiar a los israelitas, pero Jonatán, hijo de Simá, hermano de David, lo mató. Estos fueron los descendientes de Rafa, el guitita, que cayeron a manos de David y de sus oficiales” (1 Crónicas 20:6-8), saliendo vencedores contra ellos con el respaldo de Dios

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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