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Los fracasos en éxitos

“En la óptica de Dios nuestros fracasos no tienen por qué ser tales ya que Él puede transformarlos en los ensayos del éxito”

Vista con objetividad la Reforma fue un fracaso, pues su intención original de reformar a la iglesia Romana no se logró, obligando a los reformadores a romper con ella, a su pesar. Esta declaración no parece ser muy alentadora al vincular nuestro origen y nuestra identidad con un fracaso histórico, pero lo cierto es que un fracaso, por doloroso e indeseable que pueda ser, puede transformarse a la postre en una bendición. El mismo cristianismo tuvo que experimentar primero un aparente fracaso con la muerte de Cristo en la cruz, antes de cobrar fuerza con su posterior resurrección victoriosa de entre los muertos. Y es que, en línea con la conocida declaración bíblica en el sentido de que “… Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman…” (Romanos 8:28), aun el fracaso puede cumplir siempre un propósito constructivo en la vida del creyente que permanece atento y es sensible a la voz y a la guía de Dios. De hecho, nosotros, los gentiles o no judíos, obtuvimos acceso a la bendición de la salvación al amparo del fracaso del pueblo judío para entender y estar a la altura de la elección que Dios hizo de él y las elevadas responsabilidades que esta elección implicaba: “… si su transgresión ha enriquecido al mundo, es decir, si su fracaso ha enriquecido a los gentiles, ¡cuánto mayor será la riqueza que su plena restauración producirá!” (Romanos 11:12). Porque es en el fracaso donde podemos llegar a descubrir que: “El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la mano” (Salmo 37:23-24)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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