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Los demonios creen, y tiemblan

“La fe que salva implica conocimiento, asentimiento y sobre todo confianza, pues sin ésta no es más que la fe de los demonios”

Los demonios tienen fe, según nos lo informa Santiago: “¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan” (Santiago 2:19). En efecto, los demonios saben que Jesucristo es el Hijo de Dios y así lo declaran en los evangelios: “ꟷ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quien eres tú: ¡el Santo de Dios!… Además, los espíritus malignos al verlo, se postraban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»” (Marcos 1:24; 3:11). Sin embargo, esta, si se quiere, “profesión de fe”, nos le reportaba ningún beneficio, sino que, por el contrario, como lo dice también la epístola de Santiago enseguida, lo que hace es generarles un profundo y aterrorizante temor, pues saben bien de su irreversible condición de rebeldes hacia Él y del destino final al que esto los arroja. Y es que el conocimiento de la identidad de Cristo y el asentimiento a ella no bastan, entonces, para caracterizar una fe auténticamente salvadora. Lamentablemente, una buena proporción de personas en la actualidad son creyentes de este estilo, meramente profesantes de una fe que dice saber que Jesucristo es Dios y que se encuentran, incluso, dispuestos a declararlo si así se les requiere, pero para todo efecto práctico esto no representa ninguna diferencia para sus vidas, pues se mantienen al margen de Su señorío y se resisten de un modo u otro a confiar y a rendirse a Él en humilde arrepentimiento y confesión, para relacionarse con Él en los mejores términos y experimentar la comunión con Él, dispuestos a obedecerlo como deberíamos hacerlo y como Él lo amerita

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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