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Los cánticos: testimonios memorables

“Los cánticos alegres de alabanza a Dios y sus maravillosas ejecutorias en favor de su pueblo han sido siempre una manifestación espontánea de la fe”

En una cultura de tradición oral como la de Israel, los cánticos formaban parte de los recursos nemotécnicos que facilitaban el aprendizaje y la memorización y transmisión fiel de la revelación de Dios de generación en generación, de modo que pudiera ser recordada. Por eso, en ocasiones memorables que debían ser especialmente recordadas por el pueblo, como el paso milagroso del Mar Rojo y la derrota del ejército de faraón, o la llegada a las puertas de la tierra prometida luego de un peregrinaje de 40 años por el desierto para tomar posesión finalmente de ella; la composición espontánea y alegre de un cántico se convertía en uno de los mejores recursos para recapitular los tratos de Dios con Su pueblo y Su fidelidad y proclamarlos a su vez a los cuatro vientos para la alabanza y la gloria del Nombre del Señor, como lo leemos en el lenguaje poético e inspirado de Moisés en el capítulo 32 de Deuteronomio: “«Escuchen, cielos, y hablaré; oye, tierra, las palabras de mi boca. Que caiga mi enseñanza como lluvia y desciendan mis palabras como rocío, como aguacero sobre el pasto nuevo, como lluvia abundante sobre plantas tiernas. Proclamaré el nombre del Señor. ¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!” (Deuteronomio 32:1-3). Así, pues, la música, los cánticos y la poesía que contienen no eran meramente una expresión de legítima y recomendable alabanza a Dios en el contexto litúrgico o devocional del pueblo, sino también y antes que nada, una manera de aprender, recordar, reflexionar y transmitir sus enseñanzas y de recopilar, de paso, su trato misericordioso para con Su pueblo

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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