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Las teorías de conspiración

“Las grandes conspiraciones de los oscuros círculos de poder de este mundo no son al final más que un buen chiste para Dios”

Existe una proporción de cristianos que es víctima de una cínica y pesimista paranoia dada a magnificar las conspiraciones urdidas por los poderosos en contra de Dios y Su causa, alimentada por la revelación que la Biblia hace del gobierno mundial del anticristo en los tiempos finales, coyuntura hacia la cual ven converger de un modo u otro todos los hechos políticos y económicos que tienen lugar a diario en el mundo. Así, las llamadas “teorías de conspiración” abundan y captan su obsesiva atención con una actitud temerosa que ve demonios reales e imaginarios por todas partes y que perjudica la realista pero siempre esperanzada confianza en Dios que el creyente está llamado a cultivar y promover, aun en medio de panoramas sociales desalentadores. Esta cuestionable actitud ve con sospecha todo lo que sucede en la política y la economía, atribuyéndolo a los Templarios, los Illuminati, los masones, los judíos, los comunistas, el Vaticano, el Opus Dei o “El Club Bilderberg” y los gobernantes y miembros de la élite mundial seguidores del ciertamente inquietante movimiento de la Nueva Era. Más allá del mayor o menor fundamento que estas presuntas o reales conspiraciones tengan, la Biblia se refiere a ellas con estas palabras llamadas a brindar tranquilidad y confianza a los creyentes: “¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos? Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra él y contra su ungido. Y dicen: «¡Hagamos pedazos sus cadenas! ¡Librémonos de su yugo!» El rey de los cielos se ríe; elSeñorse burla de ellos” (Salmo 2:1-4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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