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Las penas no brotan del suelo

“El sufrimiento forma parte de la vida humana en sus actuales condiciones, pero eso no significa que éste sea ni mucho menos la finalidad de ella”

En la Biblia aprendemos, por una parte, que el sufrimiento que experimentamos en este mundo en las actuales condiciones de nuestra existencia no es gratuito en la mayoría de los casos, pues incluso si, en términos generales ꟷy en particular si ya somos creyentes redimidos por Cristoꟷ, logramos llevar una vida íntegra y satisfactoriamente obediente a Dios, nunca dejamos de pecar de un modo u otro, ya sea de pensamiento, palabra, obra u omisión, debido a la inclinación a la desobediencia con la que nacemos, heredada de nuestros primeros padres en lo que se conoce como la doctrina del pecado original, que no será removida de nuestro interior de manera absoluta hasta el regreso de Cristo. Así, pues, un significativo y tal vez mayoritario sufrimiento que tengamos que afrontar en el curso de nuestras vidas terrenales no es más que la consecuencia de nuestros pecados y no debe generar en nosotros desconcierto, como si fuera algo extraño e inexplicable. Por esta razón la aflicción es ineludible y merecida en algún grado en la vida humana, pues: “… aunque las penas no brotan del suelo, ni los sufrimientos provienen de la tierra, con todo, el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan” (Job 5:6-7). Es decir que, aunque por lo general las aflicciones no sean gratuitas, de cualquier modo cumplen un propósito en nuestras vidas, no como si el sufrimiento fuera un fin en sí mismo, en una visión fatalista de la vida, sino como un medio para moldear en nosotros un carácter maduro que siga confiando en Dios, a pesar de todo

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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