La Biblia se refiere a los creyentes como hijos de Dios Padre y miembros de su gran familia, pero también se refiere a la iglesia como la esposa de Cristo. La iglesia, entonces, consumará su condición de esposa de Cristo con la celebración entusiasta y culminante ꟷcomo corresponde al espíritu festivo del evangelio que se traduce también en las variadas parábolas que recurren a la figura del banquete o de la fiesta de bodasꟷ, de las llamadas “bodas del cordero” que seguirá a la segunda venida de Cristo, como lo revela el Apocalipsis: “¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente.» (El lino fino representa las acciones justas de los santos.) El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!” » Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios.»” (Apocalipsis 19:7-9). Así, pues, una de las razones por las cuales luego de la resurrección en el reino de Dios establecido en la tierra: “… los hombres y las mujeres no se casarán, pues serán como los ángeles que están en el cielo” (Mateo 22:30 DHH), es debido a que las relaciones matrimoniales y paternofiliales propias de este tiempo, por determinantes que sean para nuestra personalidad e identidad particular, ya no tendrán vigencia y, si bien serán parte de nuestras memorias y vínculos compartidos, ya no nos relacionaremos en esos términos, sino como hermanos, pues la única paternidad vigente será la del Padre y el único matrimonio vigente el de Cristo con su iglesia
Las bodas del cordero
“La fiesta y la celebración sanas son propias del evangelio, como preparación y anticipo de la fiesta de bodas que nos espera”
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