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Segmentos

Las aguas de purificación

“Las abundantes prescripciones mosaicas sobre la impureza ritual que nos impide acceder a Dios quedaron abolidas a partir de Cristo en la iglesia”

La impureza ritual en el Antiguo Testamento era fácil de adquirir de numerosas maneras, en muchos casos sin que el afectado fuera moralmente responsable de ella, sino simplemente como un producto de circunstancias inevitables e imprevisibles y, como tal, daba lugar a una serie de ceremoniales de purificación necesarios para tratar con ella que incluía los lavamientos con agua de la persona impura: “Este es un estatuto perpetuo para Israel. »El que rocía con las aguas de purificación también lavará sus vestidos, y quien toque el agua de purificación quedará impuro hasta el anochecer. Todo lo que el impuro toque quedará impuro, y quien lo toque a él, también quedará impuro” (Números 19:21-22). La transmisión de la impureza tenía, pues, una dinámica viral, de modo que lo impuro contagiaba todo lo que tocaba como en una reacción en cadena e impedía el acceso del así afectado a Dios por medio de los sacrificios y conductos establecidos para ello y, por el contrario, lo sometía a una especie de cuarentena mientras se resolvía la impureza para poder ser declarado limpio y volver con toda la propiedad a la vida social. En el evangelio Cristo invierte esta dinámica, pues el contacto con los ritualmente impuros, como los leprosos por ejemplo, no lo contaminaba a Él, sino que los purificaba y limpiaba a ellos, y tiene un desenlace verdaderamente conmovedor con la mujer que llevaba doce años continuos padeciendo una hemorragia que la hacía impura y que, con solo tocar furtivamente y con fe el borde del manto del Señor, fue maravillosamente sanada y limpiada por el poder de Dios

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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