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Segmentos

La voz del pueblo y la voz de Dios

“Contrario a lo que se dice, la historia demuestra que por lo general la voz del pueblo está muy lejos de ser la voz de Dios”

El hecho de que, eventualmente en la historia, la voz del pueblo pueda haber coincidido con la voz de Dios, no debe hacernos pensar, como lo sostiene la democracia popular, que la voz del pueblo es la voz de Dios. Es por eso que la inclinación a agradar a los demás por la que se busca sistemáticamente la aprobación de las mayorías, ya sea en el anónimo nivel del entorno o el ámbito de influencia de los individuos comunes, o en el de las decisiones de los gobernantes que afectan a todos los gobernados; puede convertirse no sólo en una mala costumbre, sino en un lastre y una carga pesada que, además de llevarnos a tomar decisiones equivocadas que no cuentan con la aprobación de Dios en ejercicio de una conciencia esclarecida e iluminada por Su Palabra y fundamentada en principios invariables derivados de ella, también puede llegar a ser un desorden mental que merma nuestro más auténtico y cabal sentido de amor propio al hacerlo depender de fuentes tan volubles, cambiantes y caprichosas. Por eso, sin perjuicio de la posibilidad de agradar también a los demás en el proceso, debemos buscar primero y antes que nada agradar a Dios, aunque al hacerlo nuestras decisiones puedan ser impopulares, con la tranquilidad de que, sin embargo, agradar a Dios y a los demás no es algo necesariamente incompatible ni mutuamente excluyente. Salvedad que, no obstante, no cambia nuestra obligación primaria expresada así por el apóstol: “… hablamos como hombres a quienes Dios aprobó… no tratamos de agradar a la gente sino a Dios, que examina nuestro corazón” (1 Tesalonicenses 2:4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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