La vida humana es fugaz y pasa mucho más rápido de lo que pensamos e imaginamos cuando somos jóvenes. Pero las decisiones que tomemos a lo largo de ella nos van a condicionar, determinar y acompañar por toda la eternidad. Porque la vida actual, con todo y su brevedad y en gran medida gracias a ello, es de suprema importancia, pues constituye el periodo de prueba en el que las elecciones que hagamos serán determinantes para establecer las condiciones favorables o desfavorables en que pasaremos la eternidad, ya sea que lo hagamos con Dios o sin Dios respectivamente. Porque esta vida temporal no es todo lo que existe, sino tan sólo el abrebocas o el preámbulo de lo que nos espera después de ella, dependiendo de si decidimos tener o no en cuenta a Cristo y sus demandas de exclusividad en el evangelio con toda la seriedad del caso, al punto que, como lo dijera Randy Alcorn: “La tierra es un mundo… tocado por ambos el Cielo y el infierno. La tierra lleva directamente al Cielo o directamente al infierno. Lo mejor de la vida en la Tierra es un vistazo del Cielo; lo peor de la vida es un vistazo del infierno. Para los creyentes, esta vida presente es lo más cercano que estarán del infierno. Para los inconversos, es lo más cercano que estarán del cielo”. En vista de esto el salmista escribió: “Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida… pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros… Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría” (Salmo 90:3-12)
La vida: fugaz periodo de prueba
8 mayo, 2021
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“La vida es un muy breve periodo de prueba concedido por Dios para que todos tomemos la decisión que nos asegura la eternidad”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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