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La grandeza de la misericordia

“Por merecida y justificada que sea la ira divina su compasión, clemencia, misericordia y amor son siempre mucho más grandes”

El pensamiento secular en general e incluso amplios sectores del pensamiento teológico liberal de hoy tienen serios problemas con la ira de Dios, noción que no pueden asimilar porque les parece que es primitiva, cruel y mandada a recoger en los tiempos en que vivimos. En consecuencia, sin negarlo necesariamente, terminan con una versión completamente aguada del cristianismo en la que, al decir del teólogo norteamericano Richard Niebuhr: “Un Dios sin ira, lleva a gente sin pecado, a un reino sin juicio, mediante la obra de un Cristo sin cruz”. Así, la misericordia ya no sería algo libre y voluntario que Dios otorgaría a discreción y de manera completamente soberana, sino una obligación que Él tendría para con todos los hombres, lo cual es en sí mismo contradictorio pues o la misericordia es libre o no es misericordia. Parece ser que por el hecho de que la pauta regular en el trato de Dios con el ser humano es la misericordia y no su justa y merecida ira, terminamos acostumbrándonos tanto a ella que la damos por sentada al punto de exigirla. No es casual que muchos complementen la conocida e incuestionable frase “errar es humano” con la que dice “perdonar es divino”, utilizando a esta última como pretexto para la primera. Pero los cristianos hemos entendido que la ira de Dios está del todo justificada para con todos nosotros y es más que merecida y que lo único que impide que nos golpee con toda la severidad del caso es lo declarado por el salmista al apelar a Dios: “Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad” (Salmo 86:15)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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