La torre de Babel es de lejos el símbolo del orgullo humano. Un orgullo que a pesar de conducirnos a hacer cultura, es decir a concebir, diseñar, fabricar y construir cosas nuevas a partir de los recursos provistos por Dios en la naturaleza, como Dios mismo lo ordenó; nos lleva a hacerlo no para la gloria de Dios, sino para alimentar nuestro ego. Con el agravante que la torre de Babel se llevó a cabo en contravía con las instrucciones iniciales dadas por Dios al hombre de llenar la tierra y someterla “Luego dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra. »Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr. Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos. »De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra, y por lo tanto dejaron de construir la ciudad” (Génesis 11:4-8). Babel es, entonces, también la ilustración gráfica de que toda iniciativa humana motivada por el orgullo, por mucho que parezca prometer, está condenada más temprano que tarde al fracaso, ya sea porque no se puede llevar a feliz término, o peor aún, porque se derrumba sin remedio en el proceso, como lo demuestran todas las utopías urdidas por el ser humano sin contar con Dios a lo largo de la historia.
La torre de Babel
29 octubre, 2020
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“Al igual que Babel, toda construcción motivada por el orgullo quedará inconclusa o se vendrá al piso antes de lo que pensamos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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