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La suerte del creyente

“La suerte no es un asunto de azar sino el designio de un Dios bueno y misericordioso que siempre quiere lo mejor para los suyos”

La suerte se ha convertido en el chivo expiatorio de los fracasos de muchos, que culpan así a la mala fortuna de los lamentables resultados de sus acciones y decisiones sin asumir sus responsabilidades personales en el proceso. Y si tenemos en cuenta que, como se afirma popularmente: “suerte es el apodo de Dios”, o más exactamente que: “casualidad es el seudónimo empleado por Dios, cuando no quiere firmar”, culpar a la suerte no es más que una forma velada de culpar a Dios de las consecuencias de nuestras malas decisiones para no tener que reconocer con humildad nuestras múltiples equivocaciones en el proceso. Sin embargo, la suerte no es, como el mundo la concibe, un asunto de caprichoso e impersonal azar, sino el designio de un Dios santo, bueno y misericordioso que quiere lo mejor para nosotros, razón por la cual el pueblo de Israel acudía sin reservas ni cargos de conciencia a la suerte para dirigir la toma responsable de decisiones e incluso el establecimiento de responsabilidades personales mediante la apelación a las “suertes sagradas” que se consultaban mediante los llamados “urim” y “tumim” sacerdotales, práctica de la cual encontramos reminiscencias tardías en el Nuevo Testamento en la elección del sustituto del apóstol Judas, escogiéndolo mediante la suerte entre José y Matías, los dos candidatos seleccionados para ocupar esta dignidad. Esta convicción de que nuestra suerte no está en las manos del azar sino en las de Dios la expresó David con estas palabras: “Tú,Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte” (Salmo 16:5)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Estoy casado con Deisy y tengo dos hijos: Mateo y María José. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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