En la Biblia ser intachable no es ser perfecto, sin cometer nunca equivocaciones o pecados. Si así fuera nadie, ni siquiera los creyentes, podrían nunca declararse intachables bajo ninguna circunstancia, puesto que existe un reconocimiento universal en el sentido de que: “errar es humano” y “nadie es perfecto”, de modo que a pesar de que los creyentes hayamos sido ya redimidos o rescatados de la pena y del poder tiránico que el pecado imponía y ejercía antes sobre nosotros, nunca estamos del todo libres de su influencia en nuestras vidas. Influencia que nos lleva todavía a cometer pecados ciertamente menos numerosos, evidentes y graves, pero pecados al fin y al cabo, ya sea de pensamiento, de palabra, de obra, pero sobre todo, de omisión. No obstante, podemos ser intachables o íntegros si por ello entendemos, no la ausencia total de pecado, sino la postura o toma de partido definitiva a favor de Dios, del bien y de la verdad en la persona de Cristo. Una postura tan firme e irreversible que nos lleve a identificar y reconocer rápidamente, sin dilaciones ni excusas, el momento en que nosotros mismos estemos faltando a la norma que suscribimos de manera resuelta cuando nos convertimos a Cristo y a aceptarlo rápidamente con arrepentimiento y humildad, garantizándonos así el privilegio del acceso a la presencia de Dios reservado a:“Sólo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad… que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado” (Salmo 15:2, 4)
Imperfectos pero íntegros
28 marzo, 2021
2 Lectura mínima
“Ser intachable es seguir honrando el bien y la verdad, aunque al hacerlo uno mismo quede inculpado y expuesto como transgresor”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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