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Segmentos

La prohibición de las imágenes

“Hay quienes no creen en Dios como reacción hacia la iglesia que no predica al Dios verdadero sino a un ídolo que se le asemeje”

El segundo de los mandamientos del decálogo, uno de los más extensos de todos, es el que prohíbe levantar imágenes, no sólo de ídolos o dioses falsos, sino incluso del Dios verdadero a quien no podemos ni debemos representar entonces por medio de imágenes que vayan más allá de una intención artística, didáctica o simbólica y que terminen de esta manera promoviendo peligrosas veneraciones que rayen o incurran de lleno en la adoración debida únicamente a Dios, la cual debe llevarse a cabo “en espíritu y en verdad” y no mediante imágenes. Así, la iglesia, y en particular la católica romana, ha sido culpable de transgredir este mandamiento fomentando de este modo idolatrías de todo tipo para representar a Dios, que repelen y alejan de la iglesia y de Dios mismo a quienes desean acercarse a Él sin toda esta parafernalia de imágenes innecesaria y censurable e identifican equivocadamente a Dios con la iglesia que pretende representarlo correctamente y ser su vocera autorizada, rechazando a la postre, no sólo a la iglesia, sino de paso, también a Dios, con todos los perjuicios que esto trae para sus vidas. El mandamiento mantiene, pues, su vigencia: «Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo. »No tengas otros dioses además de mí. »No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso… ” (Éxodo 20:2-5)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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