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La posibilidad del mal

"No hay razón necesaria para el mal en el mundo, pero creemos que hay razones suficientes para que Dios permita su existencia”.

Desde el punto de vista estrictamente racional la posibilidad del mal no es algo ciertamente necesario, como si Dios no hubiera podido concebir y crear un universo en el que el mal no hiciera presencia de algún modo. Pero reconociendo lo anterior, los cristianos confiamos en la sabiduría y en la bondad divinas a tal punto que creemos que, así la posibilidad y la presencia efectiva del mal en el mundo no obedezca a razones necesarias, debe haber razones suficientes en la sabiduría de Dios para que Él lo haya permitido, como lo da entender claramente la presencia del árbol del conocimiento del bien y del mal en el Jardín del Edén: “Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal” (Génesis 2:9). La posibilidad y la capacidad de amar de manera semejante a como Dios lo hace que se nos ha concedido a nosotros, los seres humanos, es una razón suficiente para crear un universo en que el mal es una posibilidad real, pues el amor o es libre, o no es amor. Por eso, la moralidad humana y la capacidad de elegir libremente entre el bien y el mal era una condición necesaria para hacer posible el amor. El amor requiere la posibilidad del mal, por lo que sin posibilidad del mal no hay tampoco posibilidad de amar. Y Dios consideró que la posibilidad de amar para los seres humanos era razón suficiente para asumir el riesgo del mal. Un riesgo que no podemos olvidar que fue Él en primera instancia Quien lo asumió, sabiendo que lo llevaría a la cruz del calvario.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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