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La polarización política y la Biblia

¿Es el evangelio de izquierda o de derecha?

En las democracias modernas y sus correspondientes procesos electorales los cristianos reflexivos que quieren ser fieles a Dios ejerciendo de manera responsable sus derechos y deberes civiles ‒en particular el del voto‒ se preguntan sobre las opciones más recomendables dentro del espectro político disponible en su momento. Y eso nos obliga antes que nada a tener que evaluar las ideologías políticas que ostentan más fuerza en la coyuntura en que vivimos y a ubicarnos a favor o en contra de ellas con conocimiento de causa, evitando las posturas radicalizadas que dan lugar a inconvenientes y acaloradas polarizaciones poco constructivas que responden más a superficiales rótulos culturales y apasionamientos populistas de última hora, carentes de fundamento real o de argumentos convincentes a su favor, que a una consideración seria y sobria sobre las diversas alternativas a escoger.

En Colombia el tradicional monopolio del electorado ejercido por los partidos conservador y liberal que nos caracterizó durante buena parte de nuestra historia nacional ha cedido bastante, dando ingreso a nuevas y crecientes fuerzas políticas originando, a su vez, nuevos enfrentamientos ideológicos como los que se manifiestan también en el resto del mundo, destacándose el que tiene que ver con el pensamiento político comúnmente designado como “de izquierda” o “de derecha” y sus correspondientes preferencias económicas hacia la apertura o el proteccionismo indistintamente y a cuya sombra se han generado todo tipo de polarizaciones políticas en el mundo, desde las que afectan de manera preocupante el modelo bipartidista de los Estados Unidos, pasando por la Unión Europea y el brexit británico o, a nivel local, el recordado referendo para ratificar o rechazar los acuerdos de paz con las Farc.

Al margen de su significado político e ideológico, expresiones como “izquierda” y “derecha” tienen una larga historia con sus diferentes connotaciones y su carga semántica elogiosa o reprobatoria según sea el caso y el término utilizado. El simple hecho de que haya en el mundo muchas más personas con tendencia natural a utilizar más el lado derecho de su cuerpo, llamados por ello “diestros”, por contraste con el históricamente minoritario grupo de quienes manifiestan la tendencia natural contraria, conocidos a su vez como “zurdos”; ha terminado asignando de forma arbitraria connotaciones negativas a la lateralidad izquierda y positivas a la lateralidad derecha.

La izquierda y la derecha en la Biblia

Se ha querido incluso hallar respaldo para estas caprichosas concepciones en la Biblia, apoyándose de manera particular en un detalle meramente anecdótico del “juicio de las naciones” por el cual Cristo juzgará y separará a las naciones colocando a las ovejas aprobadas a su derecha, mientras que a las reprobadas cabras las ubica a su izquierda (Mateo 25:33). Algunos hasta han intentado reforzar esta descabellada interpretación que asocia lo bueno con la derecha y lo malo con la izquierda, afirmando que de los dos criminales crucificados con Cristo, el que se arrepintió era el que estaba a su derecha, interpretación puramente conjetural, pues el texto no dice nada al respecto.

Por el contrario, observamos que en su desacuerdo con Lot, Abraham estaba dispuesto a marchar a la izquierda o la derecha por igual, si eso contribuía a resolver las diferencias entre ellos (Génesis 13:9). De hecho, en la Biblia se afirma el carácter instrumentalmente provechoso tanto de la lateralidad derecha como la izquierda, obrando de manera conjunta, coordinada y complementaria en un encomiable trabajo de equipo para cumplir cabalmente las instrucciones de Dios: “El sacerdote tomará un poco de aceite y se lo echará en la palma de la mano izquierda. Mojará el índice de la mano derecha en el aceite que tiene en la palma izquierda, y rociará el aceite siete veces ante el Señor” (Levítico 14:15-16). Dios mismo se atribuye este carácter constructivo de la derecha y la izquierda cuando, en lenguaje evidentemente simbólico (pues la esencia de Dios es espiritual y como tal no posee, como los seres humanos, una mano izquierda y una derecha) sostiene: “Con la mano izquierda afirmé la tierra, y con la derecha desplegué los cielos” (Isaías 48:13).

Y si bien es cierto que la bendición patriarcal se confería al primogénito ubicándolo a la derecha de quien pronunciaba la bendición, quien al hacerlo debía, a su vez,  colocar su diestra sobre su cabeza (Génesis 48:13-14), y que Cristo mismo se encuentra ahora a la derecha del Padre (Hechos 7:55); esto no puede hacernos olvidar que en la mentalidad semita la derecha y la izquierda eran, por igual, puestos de honor (Mateo 20:21) y que, por otra parte, la izquierda o la derecha eran direcciones igualmente censurables en la medida en que implicaran desviarse del camino correcto (Deuteronomio 5:32). Finalmente, la instrucción del Señor en el sentido de que no sepa nuestra izquierda lo que hace nuestra derecha no indica una disociación, ruptura o desconexión entre ambos lados de nuestro ser, ni apunta tampoco a una mayor sensibilidad social de la derecha por oposición a la indiferencia o indolencia de la izquierda en este mismo aspecto, sino que es tan sólo una figura para enfatizar la inconveniencia de estar pregonando y haciendo alarde de las cosas buenas que hacemos.

La izquierda y la derecha en la política actual

La rotulación de ciertas formas de pensamiento político como de derecha o de izquierda tiene su origen en el lugar ocupado por quienes votaron a favor o en contra del veto absoluto del rey a las leyes aprobadas en la futura Asamblea Legislativa en el recinto donde se llevó a cabo la Asamblea Nacional Constituyente en Francia luego de la revolución francesa. Quienes estaban a favor se ubicaron a la derecha del presidente de la Asamblea, mientras que los que votaron en contra lo hicieron a su izquierda. Sea como fuere y entrando ya en los contenidos  característicos del pensamiento político de izquierda y de derecha en la era moderna y aun a riesgo de simplificar las cosas en exceso, podría decirse que la derecha ha estado asociada a tres conceptos fundamentales de importancia variable y decreciente: La libertad individual, el fomento de la libre empresa y la defensa y preservación de la instituciones. En el otro extremo, la izquierda se identifica por el bienestar colectivo, la reivindicación de los pobres y marginados y la transformación y renovación de las instituciones.

Sintetizándolo más todavía, lo representativo de la derecha sería la defensa de las libertades individuales, mientras que la prioridad de la izquierda sería la promoción del bienestar colectivo. Bíblicamente hablando esto no tendría por qué colocar a la derecha y a la izquierda en orillas opuestas y enfrentadas, pues Dios aboga igualmente por ambas: la libertad individual ejercida responsablemente y el bienestar colectivo que no sofoque las iniciativas individuales sino que sea jalonado por ellas. No por nada en la Biblia Dios trata con su pueblo como un todo ‒en lo que suele llamarse “responsabilidad colectiva” del creyente‒ y también de manera individual con cada uno de sus miembros en lo que se designa como “responsabilidad individual”. Así, la responsabilidad colectiva es la que el pensamiento de izquierda enfatiza, mientras que la responsabilidad individual es la que prevalece en el pensamiento de derecha.

Los enfrentamientos encarnizados y virulentos entre la derecha y la izquierda están, pues, mandados a recoger en el evangelio, pues en él ambos polos de este espectro son reconciliados en el centro sin anular a ninguno de los dos, sino promoviendo un reconocimiento mutuo y humilde de los aciertos de la contraparte a la par de los puntos ciegos y las equivocaciones propias, mediante la resolución de trabajar de forma mancomunada para mantener en el debido balance la tensión generada por estos dos aspectos puntuales de la agenda divina para el hombre, teniendo en cuenta lo que sea justo en todos los casos.

Ateísmo de derecha y de izquierda

Porque la noción de justicia es el criterio que pone sobre la balanza, colocando en su lugar y proporción correctos, los rasgos propios del pensamiento de izquierda y de derecha. Es la defensa y promoción de la justicia lo que califica como verdaderamente progresista a una política determinada y no el hecho de ser de izquierda o de derecha. Así, la libertad individual, el fomento de la libre empresa y la defensa y preservación de las instituciones son buenos si promueven la justicia, pero malos si no lo hacen. Lo mismo debe decirse del bienestar colectivo, la reivindicación de los pobres y marginados y la transformación y renovación de las instituciones. Si no se tiene esto en cuenta se puede terminar en la confusa ambigüedad de quienes asocian al pensamiento liberal con la izquierda (como sucede en Estados Unidos) al tiempo que otros lo vinculan con la derecha (como suele suceder en Europa). O en la paradoja de que la izquierda promueve el intervencionismo del estado en asuntos económicos pero lo repudia en asuntos éticos, a la inversa de lo hecho por la derecha. Finalmente, el ateísmo no es un rasgo necesario de la izquierda (a excepción del comunismo marxista), no sólo porque existen cada vez más cristianos que militan en la izquierda y defienden sus banderas de manera reflexiva, con motivaciones neta y auténticamente bíblicas, sino porque en la derecha existen muchos ateos que, sin negar a Dios y pretendiendo hablar en su nombre, viven como si él no existiera.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

2 Comentarios

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  • Estupendo trabajo de clarificación de conceptos, su historia y su significado. Comparto su visión integradora de lo mejor de una y otra opción política, y le felicito por esa “vía media” esencialmente cristiana.

    • Muchas gracias por sus palabras Dr. Ropero. Como es apenas obvio, viniendo de alguien con su reconocida formación y erudición, son mucho más valiosas.