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La oración de la mañana

“Orar regularmente en la mañana es también una forma de traer a Dios nuestras mejores primicias y no nuestros mermados restos”

Las razones por las cuales la Biblia nos pide traer a Dios los primeros frutos de nuestro trabajo en nuestros diezmos y ofrendas son, por una parte, que hacer esto en primer lugar, antes que cualquier otra cosa, es una manera segura de que no dejemos de hacerlo nunca, pues si lo dejamos para el final es siempre posible que para ese entonces ya no haya nada que traerle, pues ya habremos agotado el fruto de nuestro trabajo en la satisfacción de nuestras necesidades y deseos. Y en segundo lugar, porque traerle lo primero no sólo evita que agotemos para nuestro beneficio lo que le debemos a Él, sino que es también una forma de mostrar que Dios merece lo mejor de nosotros, como lo ilustra bien el contraste entre las ofrendas de Caín y Abel: “… Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra…” mientras que Abel: “… presentó al Señor lo mejor de su rebaño, es decir los primogénitos con su grasa. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda…” (Génesis 4:3-5). Lo mismo podría decirse de nuestras oraciones, pues aunque no existe en la Biblia una norma que nos indique una hora en particular para hacerlas, también es cierto que en ella suelen privilegiarse las primeras horas del día para hacerlo. La oración requiere esfuerzo y concentración, por lo que no es aconsejable dejarla para las últimas horas de la jornada en que nuestras fuerzas ya están mermadas y al límite, por lo que a ella también se le aplican las instrucciones dadas por Dios a Moisés: “»Lleva tus mejores primicias a la casa del Señor tu Dios…” (Éxodo 34:26)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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  • Finalmente, es una simple consecuencia de aplicar el primer mandamiento… si ocupa el primer lugar en nuestro corazón, nuestros primeros pensamientos y acciones deben ser para Él… De nuevo, el ejemplo de la vida cotidiana de Jesús es claro…