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La comercialización de la fe

“La comercialización de la fe y la falsificación de lo espiritual van juntas y eliminan la distinción entre lo santo y lo profano”

La Reforma rescató, entre otras, la doctrina del sacerdocio universal de los creyentes que extiende a todo cristiano sin excepción los privilegios y responsabilidades propios del sacerdocio desempeñado en el Antiguo Testamento por Aarón y sus descendientes únicamente. Entre las responsabilidades se encuentra la necesidad de tener el conocimiento y estar personalmente capacitado: “para que puedan distinguir entre lo santo y lo profano, y entre lo puro y lo impuro” (Levítico 10:10). Y uno de los criterios para llevar a cabo esta distinción e identificar así las ocasiones en que lo santo puede estarse profanando y lo puro puede estarse contaminando de manera inadmisible y culpable es la comercialización de la fe por la que se le termina poniendo precio a la gracia de Dios y ofreciéndola al mejor postor, como sucedió en el catolicismo romano con prácticas censurables y claramente corruptas como la simonía y su habitual acompañante, el nepotismo, así como la grosera y descarada venta de indulgencias que fue el detonante de la Reforma. La simonía se asocia al personaje de Simón el mago en el libro de los Hechos de los Apóstoles, quién intentó comprar el don de Dios con dinero y fue duramente reprendido por el apóstol Pedro por esta causa. Y el nepotismo con la asignación a dedo de cargos eclesiásticos pagos a miembros de la misma familia que no tienen ni el llamado ni las condiciones mínimas necesarias para ejercerlos. Sin mencionar la llamada “Teología de la prosperidad” que hace hoy estragos en las iglesias cristianas evangélicas

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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