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La negación de la culpa

“Negar la culpa es suprimir el síntoma sin sanar la enfermedad del pecado y negarlos ambos es diferir y acrecentar el problema”

Las ciencias sociales no pueden, por mucho que lo deseen, negar la noción bíblica de pecado, sino tan sólo atenuarla recurriendo a eufemismos que lo suavizan y se resisten a llamarlo por su nombre. Y no pueden hacerlo debido a que los medios de comunicación, aun a su pesar, exhiben en los titulares y contenidos diarios de las noticias una abrumadora evidencia que lo confirma, de modo que no se puede tapar el sol con la mano. Sin embargo, al no poder eliminar la noción de pecado junto con la culpa que lo acompaña, las ciencias sociales han optado por barrerlo debajo de la alfombra, negando entonces la noción de culpa, que no es más que el síntoma que la enfermedad universal del pecado deja en nuestras conciencias para indicarnos que algo anda mal. Pero suprimir el síntoma no logra más que diferir y agravar el problema, que emergerá nuevamente haciendo destructiva metástasis en nuestras vidas donde y cuando menos lo esperamos, generando dolor, sufrimiento y un rastro de vidas malogradas. No podemos, pues, esconder nuestra cabeza en la tierra en relación con el pecado al optar necia e infantilmente por negar la culpa, pues cuando la saquemos de allí el pecado no habrá desaparecido, sino que habrá aumentado arremetiendo contra nosotros con una fuerza redoblada e irresistible para dejarnos abatidos y sin poder levantarnos por nosotros mismos. Razón de más para acudir así a Dios: “Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados” (Salmo 19:13)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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