El pensamiento secular incurre en manifiestas contradicciones lógicas al defender la legitimidad del aborto, que asesina sin reatos de conciencia a los inocentes aún no nacidos; mientras que por otro lado, con su virulento activismo en contra de la pena de muerte donde quiera que ésta se encuentra legalmente aprobada y en vigencia, se opone entonces al mismo tiempo a la ejecución de los criminales claramente culpables. Pero además de esto, los defensores del aborto no captan hasta dónde los conduce su postura si se lleva hasta sus últimas consecuencias lógicas. Y es que si la vida humana no es sagrada desde sus propios comienzos en el momento mismo de la concepción, entonces no puede serlo en ninguna etapa de su desarrollo, ya sea la previa al nacimiento o la posterior a él y, como tal, podría disponerse de ella en cualquier instante bajo consideraciones fríamente pragmáticas y utilitaristas. Así, pues, los defensores del aborto no tienen argumentos para oponerse a la manipulación genética del ser humano con fines eugenésicos o de presunto mejoramiento de la raza, ni tampoco para oponerse a la eutanasia ni al infanticidio o la ejecución legal de los físicamente discapacitados o los socialmente marginales o desadaptados, mal llamados “desechables” para tratar de justificar, precisamente, la posibilidad de prescindir de ellos eliminándolos sin culpa en aras del “bienestar” del resto de la sociedad. Por eso vale la pena recordar que: “Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú” (Salmo 22:10)
La lógica del aborto
4 abril, 2021
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“Los defensores del aborto pierden todo argumento para oponerse a la eutanasia de los ancianos y aun al asesinato de los niños”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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