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La memoria ingrata

“La mala memoria puede ser en muchos casos una censurable manifestación de ingratitud que no puede disculparse diciendo tan solo ‘lo olvidé’”

En la condición caída en que nuestros cuerpos se encuentran, la memoria consciente y cierta que tenemos de todas nuestras vivencias es reducida, frágil, difusa y, por lo mismo, necesariamente selectiva. Pero si existe algún aspecto en que deberíamos ejercitarla en su inevitable actividad selectiva es en las cosas específicas que deberíamos agradecer y con mayor razón si en el proceso asumimos compromisos con la parte benefactora, como lo hizo tácitamente el copero del faraón encarcelado junto a José cuando éste le interpretó su sueño de forma correcta y por demás esperanzadora, a lo cual José le pidió: “Yo le ruego que no se olvide de mí. Por favor, cuando todo se haya arreglado, háblele usted de mí al faraón para que me saque de esta cárcel. A mí me trajeron por la fuerza, de la tierra de los hebreos. ¡Yo no hice nada aquí para que me echaran en la cárcel!” (Génesis 40:14-15). Pero luego que el copero fue sacado de la cárcel y restituido a su cargo como José se lo anunció, se olvidó de él por completo en una actitud condenablemente ingrata: “Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo” (Génesis 40:23). Y si bien es cierto que Dios no se olvidó de él, sino que utilizó más adelante este olvido culpable del copero de forma providencial, este episodio debería ser tenido en cuenta por todos para que no incurramos en este mismo tipo de olvidos ingratos hacia quienes nos han favorecido en algún momento puntual de nuestras vidas y mucho menos hacia Dios, que es Quien se encuentra siempre detrás de todo esto

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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