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La maldición de los ídolos

“Nuestras bendiciones se vuelven maldiciones tan pronto olvidamos a Dios a favor de los ídolos que acechan para sustituirlo”

Los ídolos pueden asumir formas sutiles mucho más difíciles de identificar que las que asumen por medio de los diferentes y falsos dioses paganos a través de imágenes, altares y esculturas palpables y tangibles con cuerpos y apariencias similares a las nuestras, según los han representado los diferentes pueblos a lo largo de la historia e incluso los sectores católicos de la cristiandad con todos los santos de la santoral y la veneración promovida alrededor de ellos, que no se suele diferenciar en la práctica de la adoración debida única y exclusivamente a Dios en la persona de Jesucristo.  Así, pues, las mismas bendiciones recibidas de Dios pueden terminar convirtiéndose en ídolos que desvían nuestra atención de Él y se transforman de este modo y a la postre en maldiciones para nuestras vidas al alejarnos de Dios, ocupados como estamos en disfrutar de la bendición de turno y conservarla a toda costa con independencia de Dios, a quien hemos hecho de lado e ido relegando en todo este proceso, con el agravante de que cuando la bendición desaparece a causa de nuestro alejamiento culpable de Dios, nos quejamos como si fuera algo injusto, llevando a Max Lucado a declarar: “Tus quejas no son por la falta de cosas necesarias, sino por la abundancia de beneficios… La fuente de tus problemas son tus bendiciones”. Por eso: “Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza… »Si llegas a olvidar al Señor tu Dios, y sigues a otros dioses para adorarlos e inclinarte ante ellos, testifico hoy en contra tuya que ciertamente serás destruido” (Deuteronomio 8:18-19)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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