Los cristianos que no se mantienen sobrios y vigilantes en todas las circunstancias de la vida pueden llegar a confundir lo que en principio es claro desde la esclarecida óptica de Dios: la bendición es bendición y la maldición es maldición. Pero hay ciertas censurables actitudes que hacen presa de los creyentes descuidados que terminan transformando y confundiendo la bendición con la maldición al permitir que el orgullo que se atribuye por completo los méritos de lo logrado se apodere de ellos, negándole a Dios su papel determinante en el asunto; unido en muchos casos a una memoria frágil que olvida los múltiples beneficios recibidos de Dios en el proceso y, por consiguiente, no le da las gracias que Él se merece por su decisiva participación en la situación en que nos encontramos, de tal suerte que terminamos poniendo toda nuestra atención en las bendiciones en sí mismas y no en el Dios que nos bendice y nos otorga en último término todo aquello de lo que disfrutamos, transformando así las bendiciones en maldiciones que nos alejan de Dios y nos llevan a perder el rumbo y el enfoque que debemos mantener siempre en la vida cristiana, teniendo entre otros presente en todo momento las circunstancias lastimosas y precarias de las que nos libró Dios. Debemos, entonces, prestar toda la atención a la exhortación que Dios dirigió a su pueblo cuando estaba a punto de entrar en la tierra prometida: “no te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios, quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo” (Deuteronomio 8:14)
El orgullo y la ingratitud
“El orgullo, la memoria frágil y la ingratitud son los que terminan muchas veces convirtiendo nuestras bendiciones en maldiciones”
Razón tienen Pastor su comentario de hoy. El orgullo y la soberbia es la mata de cultivo de muchos cristianos, cuando obtienen algunos logros (que según ellos) los eleva a la altura del mismo creador…ya no son pastores o predicadores, ahora se han convertido en profetas o consultores de Jesucristo, cuando manifiestan…el ¡Señor me dijo anoche que les dijera!
Gracias Pastor, sus reflexiones le hacen falta al pueblo cristiano y, desde luego a sus estudiantes que tanto lo admiramos y respetamos.
Cordial saludo,
Raul Bernal S.