La vida nos puede deparar periodos sombríos y oscuros en los que parece que no lograremos ver la luz al final del túnel. Situación que afecta también a los creyentes, pues no siempre la presencia de Cristo con nosotros se manifiesta con la luminosidad deseada, sino que en ocasiones las sombras se ciernen sobre nuestras vidas de manera amenazante impidiéndonos ver la luz y sumiéndonos en atemorizante oscuridad. Sin embargo, el rey David declaró su confianza en Dios aun en medio de estas circunstancias diciendo: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4). Y es que en realidad el creyente fiel nunca se encuentra solo ni en oscuridad absoluta, pues incluso en las peores circunstancias la luz divina brilla sobre él y la presencia de Dios está con él, aunque temporalmente haya oposición espiritual y sombras que se interponen y que pueden tomar tiempo para ser disipadas, para probar de este modo la fe, lealtad y confianza que tenemos en Dios a pesar de que las circunstancias no siempre nos sean favorables. El lenguaje bíblico, basándose en los hechos físicos que podemos comprobar en nuestra experiencia, utiliza las sombras para señalar la brevedad de la vida humana o de cualquier realidad de este mundo que no puede perdurar mucho en el tiempo ante la luz eterna que brilla más allá y que más temprano que tarde se abrirá paso a través de ellas, de modo que al final todo esto: “Es como las flores, que brotan y se marchitan; es como efímera sombra que se esfuma” (Job 14:2)
La luz que disipa las sombras
2 marzo, 2021
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“Cuando las sombras amenacen nuestra vida no olvidemos que las mismas sombras indican que más allá brilla la luz que las disipa”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Estoy casado con Deisy y tengo dos hijos: Mateo y María José. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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