Los creyentes podemos pedir a Dios que nos conceda justicia en relación con nuestro prójimo cuando nos sentimos injustamente tratados o atropellados por él en algún sentido. De hecho, un significativo número de salmos contienen sentidas oraciones dirigidas a Dios por el rey David en las que le pide que le haga justicia respecto de sus adversarios, obteniendo respuesta favorable de Él en los casos en que esta petición estaba justificada y, como tal, era procedente y ceñida a los hechos. Pero en relación con Dios lo que debemos implorar siempre es misericordia y no justicia, pues si Él nos concediera justicia estricta todos estaríamos perdidos, pues no existe un solo ser humano a lo largo de la historia ‒con excepción de Cristo‒ que en justicia no se merezca la condenación. La inocencia de los seres humanos es siempre relativa, es decir que aunque podamos ser realmente inocentes en relación con nuestros semejantes en situaciones concretas de la vida en el contexto de la sociedad de la que formamos parte, ante Dios nunca somos inocentes. Por lo menos, no al margen del evangelio y la consecuente fe en Jesucristo a la que Dios nos invita para poder ser perdonados y absueltos en el tribunal divino. Así, pues, cuando apelamos a Dios siempre debemos hacerlo sobre la base de su misericordia y gracia inmerecidas, con humildad y arrepentimiento y sin pretensiones ni exigencias de ningún tipo, como lo tenía claro el patriarca Job al declarar: “Aunque sea yo inocente, no puedo defenderme; de mi juez sólo puedo pedir misericordia” (Job 9:15)
Justicia o misericordia
1 marzo, 2021
2 Lectura mínima
“Justicia es darle a cada uno lo que merece. Misericordia es no castigar a alguien como se merece. Por eso, nunca pidas a Dios justicia”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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