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La llamaban Nejustán

“Atribuir poder a los objetos con independencia de la coyuntura particular en que Dios se haya servido soberanamente de ellos es caer en idolatría”

En la historia sagrada vemos que hubo coyunturas específicas en que el poder de Dios a favor de Su pueblo estuvo mediado a través de objetos concretos y particulares, como la vara de Moisés y Aarón en el éxodo en la confrontación con el faraón y el peregrinaje por el desierto, o los distintos objetos utilizados en su momento por los profetas Elías y Eliseo para llevar a cabo milagros, incluyendo los huesos de Eliseo al tocar un cadáver y retornarlo a la vida. En el Nuevo Testamento encontramos el barro utilizado por el Señor Jesucristo para sanar a un ciego o la sombra del apóstol Pedro y la ropa del apóstol Pablo utilizados para sanar enfermos. Y si bien no podemos negar el carácter instrumental de estos objetos en un momento específico de la historia para obrar milagros por expresa voluntad soberana de Dios, eso no nos autoriza a hacer de ellos reliquias mágicas e idolátricas para tratar de atrapar y manipular a voluntad el poder de Dios en cualquier otra época. Eso fue lo que Israel pretendió hacer con la serpiente de bronce utilizada por Moisés por instrucción divina para sanar a los israelitas mordidos por serpientes venenosas, guardándola y venerándola como un objeto idolátrico hasta que el piadoso rey Ezequías la destruyó en buena hora en el curso de su buen reinado en el Reino del Sur o Judá, como podemos leerlo: “Quitó los altares paganos, destrozó las piedras sagradas y quebró las imágenes de la diosa Aserá. Además, destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso, y la llamaban Nejustán” (2 Reyes 18:4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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