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La eutanasia

“En vista de su estado terminal y su deseo de morir a Job hoy le hubieran aplicado la eutanasia, privándonos así de su libro”.

Los partidarios y defensores actuales de la llamada eutanasia activa o el “derecho a una muerte digna”, justifican acudir a este procedimiento homicida y contrario por ello al mandamiento divino que nos ordena no matar, apoyados en el doloroso estado terminal del paciente −¿o tal vez deberíamos decir la víctima?− y en la manifestación expresa por parte de éste de su deseo de morir.  Y si aplicáramos estos dos cuestionables criterios al caso del patriarca Job, hoy por hoy muchos le hubieran practicado la eutanasia basados en el lastimoso y sufriente estado de salud del patriarca y en su declarado deseo de morir o de no haber siquiera nacido, según lo leemos en el libro que lleva su nombre “Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido. Dijo así: «Que perezca el día en que fui concebido y la noche en que se anunció: ‘¡Ha nacido un niño!…  ¿Por qué no me enterraron como a un abortivo, como a esos niños que jamás vieron la luz?…  »¿Por qué permite Dios que los sufridos vean la luz? ¿Por qué se les da vida a los amargados? Anhelan éstos una muerte que no llega, aunque la buscan más que a tesoro escondido; ¡se llenarían de gran regocijo, se alegrarían si llegaran al sepulcro!… ”(Job 3:1-26). Y de este modo nos hubieran privado de uno de los más sublimes, inspirados e inspiradores escritos sobre el sufrimiento humano que, paradójicamente, ha brindado consuelo y aliento a muchas generaciones de creyentes e incluso no creyentes a lo largo de la historia humana, otorgándoles la fuerza para sobreponerse a sus sufrimientos y no renunciar a la esperanza.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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