La fe no nos exime de pasar por situaciones difíciles que no entendemos y en las que podemos llegar a protestar, maldecir, reclamar y disputar con Dios de manera apasionada, casi hasta el agotamiento que suele preceder a la rendición, sin que esto implique que Dios nos abandone a nuestra suerte, ofendido por nuestros cuestionamientos, pues Él sabe que estos no surgen necesariamente de la incredulidad ni del irrespeto, sino del dolor y de la angustia que nos invade cuando nos vemos sobrepasados de manera incomprensible por la severidad de nuestras circunstancias. Dios no se escandaliza, entonces, por estas situaciones al punto de llegar a retirarnos su cuidado paternal, pues Él puede tolerar estos brotes de necedad por parte de sus hijos, a la manera en que un padre humano puede tolerar y comprender los berrinches y rabietas de sus hijos pequeños cuando no les da gusto ni actúa como ellos lo esperan y desean, teniendo a la vista un bien superior que ellos no pueden ver ni comprender todavía. De hecho, los reclamos y disputas de este estilo pueden llegar a ser oraciones mil veces preferibles a la silenciosa indiferencia y menosprecio hacia Dios o la actitud desafiante que, con el puño en alto, le manifiestan los no creyentes. Oraciones que quedaron registradas en la Biblia para que seamos honestos y nos desahoguemos si es el caso, en vez de asumir poses y fachadas que pretendan encubrir infructuosamente lo que en realidad sentimos: “Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido…” (Job 3:1-26)
Desahogándonos con Dios
25 febrero, 2021
2 Lectura mínima
“Dios tolera los reclamos de sus hijos que sufren y no lo ofenden los desatinos que pronuncian como desahogo sin creerlos realmente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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