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La erudición del mundo y el evangelio

“Toda la erudición y conocimiento mundanos no pueden rivalizar ni admitir comparación con la ‘locura’ del evangelio de Cristo”

Existe dentro del numeroso sector anti intelectualista de las iglesias evangélicas de hoy la creencia de que, cuando el apóstol Pablo afirma que, al predicar el evangelio, él evitaba los “… discursos de sabiduría humana…” (1 Corintios 1:17), dejando constancia entre los corintios de que: “Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de este crucificado” (1 Corintios 2:1-2), estaba lamentando y corrigiendo su reciente experiencia en Atenas en la que su discurso a los cultos atenienses ─entre los que se encontraban filósofos estoicos y epicúreos─, citando en varias ocasiones a reconocidos autores paganos como Arato, Cleantes y Epiménides; no había producido muchas conversiones, sino tan sólo la de Dámaris y Dionisio, miembro destacado del Areópago. Pero esto es una presunción sin fundamento concluyente, en primer lugar, porque no se puede menospreciar a un número pequeño de convertidos que, llegado el caso, pueden ser un factor multiplicador del evangelio mayor que las grandes multitudes. Y, en segundo lugar, porque en Atenas Pablo nunca eludió ni atenuó el glorioso escándalo del evangelio representado en la cruz, ni la referencia culminante a la resurrección, repudiadas y menospreciadas por los eruditos y filósofos racionalistas de ayer y de hoy. Después de todo hoy y ayer: “… El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios…” (1 Corintios 1:18-20, 25)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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