Decía en cierta oportunidad Federico Gallo: “No creo en ese sentimiento religioso… de afiliación, casi política, de un grupo religioso como si fuera un partido político… hay mucha ‘devoción’… pero poca fe”. En efecto, este es el estado manifiestamente disfuncional de muchos cristianos procedentes en especial de la órbita católica romana: una gran devoción con poca o ninguna fe. Esta anomalía sucede cuando profesamos el cristianismo sólo porque es parte de nuestra cultura. Es decir, porque es la religión de nuestra familia, de nuestra nación o de nuestros antepasados y no porque lo suscribamos en conciencia a raíz de una auténtica experiencia individual de conversión a Dios cuando se nos revela en la persona de Cristo de conformidad con la verdad. La fe se termina equiparando y rebajando a un mero compromiso pasional pero poco o nada reflexivo ni racionalmente consistente, similar a nuestra preferencia política cuando la defendemos de manera fanática y agresiva sin comprenderla realmente. Por eso es que la fe y la devoción no pueden igualarse, pues aunque están relacionadas, la fe es siempre más importante que la devoción, de dónde toda devoción que no provenga de una fe bien afianzada en los hechos divinos que podemos observar y considerar, tanto en la naturaleza como en la historia humana evaluados con honestidad, sin prejuicios ni prevenciones de ningún tipo, no es más que tratar a Dios con una imperdonable ligereza, dándole la razón a Job: “Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios y tomas a la ligera la devoción que él merece” (Job 15:4)
La devoción y la fe
4 marzo, 2021
2 Lectura mínima
“La devoción sólo es constructiva cuando procede de una fe en Dios auténtica y firme. De otro modo termina menospreciando a Dios”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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