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La compañía de los impíos

"Las dinámicas de la tentación, el mal y el pecado son intrincadas pero muy contagiosas y las malas compañías las exacerban de manera significativa”

A semejanza de lo sucedido con la impureza ritual que se transmitía siguiendo una dinámica viral de contagio con todo aquello con lo que tenía contacto, las conductas pecaminosas también tienden a funcionar de este modo, como se recoge en el libro de Job: “La compañía de los impíos no es de provecho; ¡las moradas de los que aman el soborno serán consumidas por el fuego! Conciben iniquidad y dan a luz maldad; en su vientre se genera el engaño»” (Job 15:34-35). Por eso, si bien el contacto de los creyentes con los no creyentes es inevitable y necesario en muchos aspectos en el contexto de la sociedad de la que formamos parte, de tal modo que el aislamiento total de la iglesia del mundo, a la manera de un gueto, no es ni posible, ni deseable, ni conveniente; sí es posible evitar la compañía propiamente de los impíos en los contextos en que ésta no se nos impone ni estamos obligados a ella, como por ejemplo el contexto de la amistad, en el que puede llegar a ser peligrosa, como se reitera en el Nuevo Testamento: “No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres»” (1 Corintios 15:33), de modo que, si bien la amistad de un creyente con un no creyente no es necesariamente pecaminosa, si implica riesgos; los riesgos propios del llamado “yugo desigual” alusivo en primera instancia al matrimonio de un creyente con un no creyente, pero extensivo también a otras relaciones comprometedoras como la amistad, que deben por tanto ser vigiladas y no deben ser tan estrechas como para contagiarnos para mal, sino más bien todo lo contrario

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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