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La arrogancia de la ciencia

“La sabiduría terrenal no se destaca por su gran conocimiento sino por las envidias amargas y las rivalidades que la acompañan”

Volviendo con las envidias amargas que Santiago asocia con la sabiduría mundana, la ciencia moderna brinda una confirmación de lo anterior. Edward Teller, considerado el padre de la bomba H y miembro del equipo de físicos que fabricó la bomba atómica confesaba: “Los físicos no son necesariamente menos belicosos que los políticos” dejando así sin piso el aire inmaculado y el aura de limpia objetividad que rodea a la ciencia más allá de las luchas comunes a los simples mortales, emitiendo desde su pedestal juicios y pronunciamientos incuestionables, por encima del bien y del mal, ajenos a toda crítica. Pero la objetividad científica no es más que un ideal inasible, un faro en el horizonte que orienta su actividad pero que, paradójicamente, no puede ni podrá ser alcanzado de manera absoluta, pues los científicos son seres humanos caídos como todos los demás. El famoso caso de Galileo, no obstante los señalamientos que, en justicia, deban hacérsele a la Iglesia Católica por haberlo juzgado y condenado como hereje; sirve, entre muchos, para ilustrar también las pasiones e intereses creados que subsisten en los corazones de los científicos, pues, como lo revela Claude Allègre: “Galileo… No es, como se ha dicho con demasiada frecuencia, un genio aislado, incomprendido y finalmente condenado, rehén de un mundo ignorante y bárbaro”, sino más bien un ejemplo de “… una ciencia que hace valer una arrogancia mayor de lo que se supone”. Por eso: “…si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón… Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica…” (Santiago 3:13-17)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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