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La adoración de ángeles

“El gnosticismo daba culto a los ángeles, la nueva era a los extraterrestres, dos nombres diferentes para los mismos demonios”

Ya hemos señalado que la existencia de los ángeles siempre se ha prestado a equívocos y desviaciones, aún en el marco de la práctica cristiana. La Biblia afirma su existencia, ciertamente, pero no autoriza el acceso directo a ellos, ni mucho menos la adoración a ellos, que es la esencia de la idolatría pagana, pues los ángeles caídos o demonios, deseosos de obtener para sí la adoración debida sólo a Dios, promueven esta idolatría para camuflarse detrás de las imágenes de los ídolos paganos y recibir así la adoración de sus seguidores. Por eso, no deja de ser inconveniente la especulación alrededor de los ángeles que se terminó dando en el cristianismo, y que alcanzó su punto culminante en la edad media con una elaborada jerarquía angelical y la identificación con nombre propio de un buen número de ellos, cuya fuente no se encontraba en la Biblia, sino más bien en los libros apócrifos marginales a la revelación. El gnosticismo que infiltró a la iglesia de manera temprana antes de ser expulsado de ella, concebía ya en el primer siglo una lista de seres espirituales que emanaron de Dios y hacían de mediadores para con Él, contra los que Pablo advierte: “No dejen que les prive de esta realidad ninguno de esos que se ufanan en fingir humildad y adoración de ángeles…” (Colosenses 2:18). Y si bien los gnósticos fueron identificados y expulsados de la iglesia en el curso del primer siglo de la era cristiana, las mismas estrategias satánicas se reeditan de manera sofisticada en nuestra era tecnológica para promover, ya no el culto a los ángeles, sino a los extraterrestres, por cuenta del movimiento de la nueva era

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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