Si bien es cierto que la oración puede eventualmente llegar a contemplar formas tan poco convencionales de dirigirnos a Dios como la protesta, el reclamo y la disputa; no es bueno ni recomendable permanecer de manera indefinida en estas formas más bien excepcionales de oración, pues Dios puede tolerarlas cuando proceden de un alma piadosa agobiada por circunstancias dolorosas que no logra comprender y que requieran entonces la posibilidad de poder desahogarse delante de Dios con toda la honestidad del caso. Pero más allá de esto, no es correcto ni provechoso seguir en esta tónica, pues entonces dejan de ser ya un desahogo y se convierten en censurable rebeldía, desafío y endurecimiento inadmisibles contra Dios, casos en los cuales los que pierden siempre de manera invariable son los seres humanos y no Dios. Así, no podemos mantener durante mucho tiempo una actitud de disputa contra Dios, pues no tenemos la más mínima posibilidad de ganar una discusión con Él imponiendo nuestros argumentos, por sólidos o consistentes que nos puedan parecer, pues al final Dios siempre tendrá la razón y desarmara de un modo u otro nuestra argumentación, por lo que la única manera de triunfar cuando disputamos con Dios es rindiéndonos finalmente a Él, como lo sabía muy bien Job: “«Aunque sé muy bien que esto es cierto, ¿cómo puede un mortal justificarse ante Dios? Si uno quisiera disputar con él, de mil cosas no podría responderle una sola. Profunda es su sabiduría, vasto su poder. ¿Quién puede desafiarlo y salir bien librado?” (Job 9:2-4)
Rindiéndonos a Dios
28 febrero, 2021
2 Lectura mínima
“Dios no acomoda sus justas normas a nuestros deseos y la única forma de triunfar cuando discutimos con Él es rindiéndonos a Él”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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