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Imparcialidad divina

“La Biblia es tan objetiva y veraz que señala sin sesgos ni atenuantes el pecado de los mejores y más grandes hombres de Dios”.

El rey David es elogiado en la Biblia por su fe y celo por Dios, al punto de ser descrito como un varón conforme a Su corazón, poniéndolo como referente y ejemplo a imitar por todos los creyentes posteriores a él. Sin embargo, la Biblia no calla tampoco los pecados y faltas de David ni deja de censurarlo por ellas, como sucedió cuando el profeta Natán lo amonestó por sus pecados de adulterio con Betsabé y de homicidio en la persona de su esposo Urías el hitita: “Entonces Natán le dijo a David: ─¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: ‘Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer.’” (2 Samuel 12:7-10). Ningún documento de la antigüedad procede así, pues todos los pueblos de la época, a la par que exaltan y magnifican las virtudes y victorias de sus grandes hombres, callan sus faltas para no estropear la buena imagen que quieren promover acerca de ellos. Pero la Biblia no tiene sesgos a favor de los seres humanos, sino que los retrata como son, con todos sus defectos y virtudes, pues no fue escrita por hombres, sino por el Dios vivo y verdadero que llama a las cosas por su nombre.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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