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Identificando las diferencias

“Al anunciar el evangelio debemos tener en cuenta la clase de persona a la que nos dirigimos para hacerlo sabia y eficazmente”

Existe, por decirlo así, una “tarifa diferencial” que debemos tener en cuenta a la hora de compartir nuestra fe con otros e invitarlos a suscribir el evangelio, tomando en consideración el trasfondo y la clase de personas a la que nos dirigimos. El apóstol Pablo lo sabía, pues al dirigirse a los incultos y supersticiosos habitantes de Listra, lo hizo con la mayor sencillez posible, acudiendo a las bondades de la naturaleza y sus ciclos de fertilidad que todos ellos podían apreciar. Pero cuando se dirigía a sus compatriotas judíos, apelaba al Antiguo Testamento que todos ellos conocían bien, refiriéndose a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. Y cuando se dirigía a los griegos cultos, como en Atenas, con toda su tradición filosófica, prefería citarles a sus propios y respetados poetas. Así, sin traicionar el mensaje, Pablo lo adaptaba al trasfondo cultural y a la condición de sus oyentes, brindándonos así un ejemplo digno de imitar. En la misma línea, Judas nos exhorta en su epístola a que: “Tengan compasión de los que dudan; a otros, sálvenlos arrebatándolos del fuego. Compadézcanse de los demás, pero tengan cuidado; aborrezcan hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo” (Judas 1:22-23), identificando así tres tipos de personas y tres formas diferentes de dirigirse y tratar con ellos: en primer lugar, los simples o inexpertos que tienen dudas sinceras. En segundo lugar, los necios que sólo escuchan cuando se encuentran en los rigores y el fuego de las pruebas. Y en tercer lugar, los insolentes o escarnecedores por quienes tal vez lo mejor que podemos hacer es orar y nada más, evitando los tratos directos alrededor del evangelio

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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