Caín, Balán y Coré

En su propósito de impulsarnos a hacer lo correcto, la Biblia nos estimula colocando delante de nosotros ejemplos de personas piadosas dignas de imitar, pero también afianza el efecto de estos estímulos positivos mediante refuerzos negativos por los que coloca delante de nosotros malos ejemplos cuyo lamentable desenlace busca disuadirnos de imitarlos de algún modo. Entre estos últimos se destacan tres personajes proverbiales tristemente célebres: Caín, Balán y Coré, como los menciona la epístola de Judas: “¡Ay de los que siguieron el camino de Caín! Por ganar dinero se entregaron al error de Balán y perecieron en la rebelión de Coré” (Judas 1:11). Caín es el primer homicida que dio muerte a su propio hermano y fue condenado a vagar errante por la tierra de Nod y de quien desciende la civilización cainita cuyo carácter perverso caracterizó a la humanidad antediluviana, atrayendo sobre sí el juicio del diluvio. De Balán la Biblia censura, además del error mencionado aquí por Judas, también la senda y el camino (2 Pedro 2:15; Apocalipsis 2:14), que probablemente son diferentes formas de señalar su codicia mercenaria al poner al servicio de los enemigos de Israel su don profético y, al no tener éxito de este modo, optar por incitar y poner tropiezos a los israelitas para desviarlos de la obediencia a Dios y atraer el juicio de Dios sobre ellos, solo para caer finalmente muerto bajo la propia espada de los israelitas. Y Coré y compañía, representa a los rebeldes contra la autoridad delegada de Dios sobre su pueblo que, como consecuencia de esto, fueron tragados vivos por la tierra que se abrió bajo sus pies