La actitud en combate es fundamental para obtener la victoria por encima y al margen de disponer de ejércitos numerosos, de estar bien armados y de contar con una buena estrategia de batalla. Nada de esto logra mucho en manos de soldados acobardados y dominados por el temor. Por eso, una de las estrategias que Dios utilizó contra los enemigos de Israel en más de una oportunidad era infundirles miedo y llenarlos de un pánico desproporcionado para las circunstancias en ocasiones en las que, curiosamente, los enemigos de Israel se encontraban en ventaja numérica, militar y estratégica sobre el pueblo de Dios y podrían haberlos vencido muy fácilmente si Dios no interviene de este modo, como cuando Jonatán y su escudero mataron los dos solamente a veinte soldados de una guarnición filistea, luego de lo cual: “Cundió entonces el pánico en el campamento filisteo y entre el ejército que estaba en el campo abierto. Todos ellos se acobardaron, incluso los soldados de la guarnición y las tropas de asalto. Hasta la tierra tembló y hubo un pánico extraordinario. Los centinelas de Saúl podían ver desde Guibeá de Benjamín que el campamento huía en desbandada” (1 Samuel 14:15-16). La percepción que tenemos de la realidad puede ser más importante, entonces, que la realidad misma, imprimiendo a nuestro ánimo la valentía, la fuerza y la confianza que requerimos para derrotar circunstancias adversas y sobreponernos con éxito a ellas sabiendo que luchamos por una causa justa y que podemos esperar que el Dios Justo esté con nosotros
Hubo un pánico extraordinario
"Uno de los recursos que Dios utilizó en beneficio de Su pueblo, fue infundir pánico a sus enemigos mediante el respaldo que brindaba a Su pueblo”
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